TAIEX, NEWCOMERS Y DENOMINACIONES
DE ORIGEN
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JOSÉ MANUEL
CORTÉS MARTÍN[1]
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Fue en la capital turca donde tuve la inmensa suerte
de conocer personalmente en marzo de 2004 al Sr. Luis González Vaqué. Después de
cuatro vuelos que discurrieron nada más y nada menos que por las ciudades de Palma
de Mallorca, Londres, Estambul para finalmente alcanzar la ciudad de Ankara, me
encontré con un atípico civil servant
que en tono muy socarrón me dijo: ¡Has pagado la novatada! A pesar de mis doce
horas de vuelos, reconozco que aquel comentario me hizo muchísima gracia y los
días siguientes no vinieron sino a confirmar un profundo aprecio tanto personal
como intelectual que ya desde años antes comencé a profesarle, en particular,
cuando en una cena me convenció de que a pesar de los fallos concordantes del
Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) en los asuntos sobre
denominaciones de origen Rioja II y Jamón de Parma, la solución en este
último dictada en el plateau de Kirchberg era exagerada desde la
perspectiva de la libre circulación de mercancías. Poco tiempo después yo creo
que logré convencerle de que el verdadero objeto específico de las
denominaciones de origen era la protección de la reputación del titular
colectivo de este signo distintivo y no el origen o las características del
producto. Pero lo cierto es que sus comentarios durante los tres días que duró aquel
Workshop sobre el Mercado Interior al que la Oficina TAIEX[2]
de la Comisión nos había amablemente invitado - y, especialmente, su ironía plagada
de inteligencia - contribuyeron a ir forjando una sincera y profunda amistad. Y
también una sincera admiración, en particular, por su paciencia y buen hacer
ante un auditorio compuesto por funcionarios turcos, que a juzgar por alguna
que otra cuestión no carente de cierta impertinencia que algunos de los
asistentes se atrevió a plantear y que parecían destilar un cierto desdén hacia
el proyecto de integración europea y las reglas de funcionamiento de su Mercado
Único. Lejos de enojarse, deprimirse o enfurecerse; el Sr. González Vaqué dirigió aquel encuentro con
la maestría propia de una tarde de triunfo en la Maestranza, además de una
paciencia inconmensurable, en particular, cuando aguantó toda mi disertación titulada
“Protection of Geographical Indications
as an Exception to the Principle of Free Movement of Goods”.
En realidad, fueron algunos años antes cuando tuve la
suerte de entrar en contacto por primera vez con él. Yo trataba de finalizar mi
tesis doctoral y en un capítulo relativo a la libre circulación de mercancías
en el que me encontraba literalmente “atascado” me dispuse a escribirle para
preguntar su opinión sobre una posible conciliación de la jurisprudencia del TJUE
sobre la materia objeto de mi investigación que me daba vueltas en la cabeza.
Pasaron algunas semanas y me olvidé de aquel arrebato, incluso si la lectura de
sus opiniones en algunas comunicaciones internas de la Comisión, a las que tuve
acceso gracias a la amabilidad del Sr. Iglesias Buhigues, por aquel entonces
Letrado del Servicio Jurídico de la Comisión, me auguraban que encontraría la
necesaria inspiración y un rumbo cierto para concluir mi trabajo. Cual no fue
mi sorpresa cuando una tarde al volver de una clase de Derecho internacional,
una compañera de la Universidad con cara de cierta sorpresa me dio el recado de
que me habían llamado de la Comisión Europea. Pocos minutos después el Sr.
González Vaqué volvió a telefonear. Tras una hora de conversación en la que yo
no me atreví ni a abrir el pico lo reconozco que aprendí muchísimo con su
explicación de la ortodoxa doctrina de la Dirección General de Mercado
Interior, la cual no era por cierto muy pacífica con la que mantenía la
Dirección General de Agricultura; yo ya conocía esa diatriba doctrinal de mis
tiempos de Stagiaire en esa última DG. Pero lo que más me impresionó fue cuando al
término de aquella explicación sobre la conciliación entre la excepción de la
propiedad industrial del artículo 36 TFUE y el obstáculo a la libre circulación
provocado por la protección de las denominaciones de origen, me anunció que me
enviaría una inmensa lista de bibliografía. Al hacerle ver mi asombro por
aquella inusual diligencia por parte de un funcionario público, me espetó de
forma muy seria: Mire usted, yo soy un civil
servant (sic) y estoy aquí para ayudar y servir a los ciudadanos. Fue en
aquel momento cuando quizás comenzó mi profunda admiración por este señor
bonachón y rechoncho.
Pasado el tiempo coincidí con él en seminarios sobre
distintas materias celebrados en Bulgaria, Rumanía, Serbia, Moldavia,
Eslovaquia… y algún otro newcomer, en vías de serlo o, simplemente, eterno
candidato. Recuerdo muy bien un Seminario en Belgrado también organizado por
TAIEX titulado “Intellectual Property Rights Enforcement” para un auditorio
compuesto exclusivamente por funcionarios de aduanas. Los bombardeos de la OTAN
no quedaban muy atrás en el tiempo como durante el trascurso de las sesiones se
dejaba entrever en las enojadas caras de estos señores vestidos con guerreras plagadas
de galones y, en particular, las cuestiones que no sin cierto descaro se
atrevieron a plantear. Con una paciencia inenarrable y las dotes propias de un
maestro, el Sr. González Vaqué fue disipando la tensión que se palpaba en el
ambiente del salón de conferencias de aquel hotel y reduciendo la total
incredulidad de estos funcionarios por la necesidad de proteger la propiedad
industrial e intelectual en sus fronteras y perseguir la piratería.
Pasaron algunos años y comencé a organizar o coordinar
jornadas sobre Derecho de la Unión Europea en Sevilla, bien en la Universidad
Pablo de Olavide o en el Instituto Andaluz de Administración Pública. Y en muchas
de estas jornadas tuve la gran suerte de contar con su presencia para disertar sobre
distintos temas del proceso de integración en los que pudo no sólo desbrozar su
profundo europeísmo, sino convencer a los asistentes a juzgar por las
excelentes calificaciones que siempre obtenía en las encuestas de calidad, en
particular, entre mis alumnos de las Licenciaturas conjuntas de Derecho y Administración
y Dirección de Empresas.
Pero no todos fueron momentos dulces en nuestra
relación de profunda amistad, sino que también hubo alguno de tensión. Recuerdo
sólo uno, que fue cuando de forma conjunta nos decidimos a redactar un
comentario del fallo del TJUE en el asunto Parmesan
para la Revista de Derecho Comunitario Europeo, que yo le había propuesto como coordinador
de su sección de jurisprudencia. De repente chocaron nuestras distintas formas
de citar y articular el comentario… Tras discutirlo varias veces, me dijo: ¡Pues
no lo hago! Entonces fui yo quien tuve que desplegar mano izquierda diciéndole
que para mí era un verdadero orgullo poder publicar un trabajo doctrinal con él.
Finalmente nos pusimos de acuerdo y el trabajo vio la luz[3].
Y es que Luis no sólo
ha sido un funcionario internacional de una excelente profesionalidad y una
infinita capacidad de trabajo, un autor infatigable con más de cien trabajos
publicados en varias lenguas en las mejores revistas científicas; sino que
fundamentalmente ha sido y es un hombre de los que luchan toda la vida - como
decía Bertolt Brecht - y por ello son imprescindibles. Y esencialmente una
buena persona, en el buen sentido de la palabra bueno, que decía Machado.
[1] Profesor
Titular de Derecho internacional público de la Universidad Pablo
de Olavide, de Sevilla - Profesor Jean
Monnet de Derecho e Instituciones de la Unión Europea.
[2]
Technical Assistance and
Information Exchange Instrument.
[3] LUIS GONZÁLEZ VAQUÉ y JOSÉ MANUEL CORTÉS MARTÍN: “TJCE - Sentencia de 26.02.2008, Comisión / Alemania, «Parmesan»,
C-132/05 - Alcance de la protección de una denominación de origen registrada
frente a su utilización abusiva”, Revista de Derecho Comunitario Europeo,
vol. 12, nº 30, mayo / agosto 2008, pp. 545-563.
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